Según Schopenhauer, no es que la voluntad, como algo surgido tal vez de la inteligencia, aproveche los instrumentos con que se encuentra, usándolos por encontrarse allí con ellos y no con otras herramientas, sino que lo primero y originario es el esfuerzo por vivir de esa manera, por luchar de tal modo y no de otro. Esfuerzo que se manifiesta también en la existencia de las armas y tanto más cuanto que aquél precede a menudo a éstas, indicándonos así que las armas se producen porque existe el esfuerzo y no a la inversa. Es lo que sucede con toda parte en general.
Mi voluntad me precede, ha formado mi estructura mental y brindado una dirección a mi inteligencia: gritar con todas sus fuerzas“¡Escóndete!”
La voluntad no ha brotado de la inteligencia existiendo ésta, con el animal todo, en forma anterior a aquella, como mero accidente. Es la voluntad lo primario, la esencia en sí, y el animal su manifestación (apenas una representación en el intelecto consciente y en sus formas en el tiempo y el espacio), provista de todos los órganos que pide la voluntad para vivir en esas circunstancias especiales. A estos órganos pertenece la inteligencia misma, estando acomodada, como los demás, al género de vida de cada animal. Donde alienta un viviente hay otro para devorarlo, resultando cada uno de ellos como enderezado y dispuesto, hasta en lo más especial, para la aniquilación del otro.
“¡Escóndete de tu viviente opuesto!” Pero, ¿quién o qué cosa es mi “viviente opuesto”? ¿Y cómo esconderme de algo que no puedo ver? Dos formas hay, a mi criterio, en que puedo ver a mi opuesto, ninguna necesita de mis ojos y ambas implican pasar de perseguidor a perseguido. La primera es “cubriéndole” de una sábana que me permita adivinar sus formas, límites, volumen, movimientos. Otra es “leer” en el camino que elige para seguirme, en las trampas que me tiende, en el sonido de sus pisadas al rondar en las sombras, en la tenue huella que dejan en el suelo de los lugares donde me acecha cada noche mientras trato de dormir, lugares a los que tanto temo acercarme aún bien despierto.
Libros para que te bajes
viernes, abril 30, 2004
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario