miércoles, abril 21, 2004

¿ECONOMÍA?

El INDEC informa:
- En febrero el Producto Interno Bruto creció 10,4 por ciento contra igual mes de 2003. En el bimestre, la suba fue del 9,7 por ciento contra igual período del año pasado.
- Superavit fiscal: en marzo se logró un superávit primario (el que se obtiene antes del pago de intereses de la deuda) de 1402 millones de pesos, llevando el excedente fiscal en el trimestre a 3989 millones. El acuerdo con el FMI establecía que entre enero y marzo debía conseguirse un superávit primario de 1100 millones de pesos. El Gobierno casi cuadruplicó esa meta.
- Endeudamiento público: en el trimestre, se redujo en forma neta en 2306 millones de pesos.
- Se estima que la recaudación seguirá en niveles record y superará los 11 mil millones de pesos en mayo, gracias a que la liquidación de Ganancias aportará “no menos de 4800 millones de pesos”, unos 2600 millones más que el año pasado.

Dónde está la trampa, dónde, me pregunto. ¿En los números (¿dibujados, tal vez?)? ¿En las medidas "reformistas" en lo laboral, impositivo, jubilatorio, que tantos economistas reclaman? ¿Y cómo saber a qué intereses responden estos economistas?

Tal vez la trampa sea la redistribución del ingreso, en un país cuyos ricos más ricos los son gracias a que los pobres son mucho, pero mucho más pobres.
Esta redistribución no se ha hecho todavía. Y, la verdad, dudo que se haga, en una sociedad caníbal, pederasta, reaccionaria y egoísta como la Argentina.

Hablo de la Argentina y caigo en la cuenta de que, imbécil, pienso en la pequeña extensión de tierras entre la General Paz y el Río de la Plata, nuestra Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero también pienso en lo que veo en la tele, y veo 160 mil cruzados embanderados en los reclamos de Blumberg, cuyo hijo Axel fue secuestrado y asesinado a sangre fría.

Me pregunto qué hace que estos 160 mil se junten por Axel y no por los chicos del interior y el conurbano que la policía mata todos los días. O por los pobres que matan a otros pobres.

A lo mejor es porque Blumberg sabe, más o menos, por qué caminos institucionales transitar para conseguir cambios en las leyes, a favor de la "gente bien", como él mismo dijo. Y ya sabemos qué es la gente bien, en la Argentina y en cualquier parte del planeta: son los que están adentro del sistema, agarrados con las uñas o colgados de las palmeras, o recostados cómodamente en su sillón, no importa cómo, pero están todavía adentro. Y casualmente, mientras más cerca están de la línea brutal que mantiene a raya a quienes están afuera, más les entra el miedo y más nerviosos se ponen, los pobrecitos, ellos que sólo quieren "seguridad".

Y entonces yo, que soy solamente un ciudadano común, que sufro atropellos a diario, que vivo estresado por las condiciones de un mercado laboral reducido, que perdí mis ahorros en un corralito, que me sentí burlado por cuanto presidente, diputado y senador asumió su cargo del 83 para acá, que me comí toda la mierda que me dieron para comer los milicos con el pico bien cerrado, sin protestar, puteo al piquetero que me hace llegar tarde al trabajo.

Tal vez no hago otra cosa que hablar de mí, o de mis miedos. Pero los números dan bien, o eso parece. Qué suerte. Un pueblo ancho y generoso como el nuestro, sólo necesita una ayudita del contexto, para volver a salir adelante y construir de una vez por todas esa Argentina gloriosa que nos enseñan a esperar desde la primaria. En una de esas el camino para ir a buscarla es empezar a entender que, como dice mi vieja, uno no puede ser feliz si el que está al lado no lo es. ¿O sí se puede?


mpilberg@hotmail.com

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