jueves, junio 03, 2004

Insomnio

¿Qué hay a las tres de la mañana de un miércoles? Las luces entran por una ventana y acarician un techo plano, blanco, nuevo. Tiempo, tiempo, tiempo... trancurre como algodonado, así, denso, pesado, pegajoso... Vueltas entre las sábanas con la mente clavada en un pensamiento que la atraviesa como una mariposa.

Tic... tac... tic... tac... tic... tac... implacable... Se supone que acabo de perder otros diez segundos, o de ganarlos. Acaso la vida, este ir de un punto a otro, no sea más que una sucesión interminable de segundos a su vez interminables. Y cada tanto, mirar por la ventana y apreciar los cambios en el paisaje, si tenemos suerte.

Tres de la mañana de un miércoles, ¿qué existe a las tres de la mañana de un miércoles? Gente haciendo el amor, cojiendo, masturbándose, es en lo primero que pienso. Gente estudiando. Los pobres diablos que trabajan cuando deberían estar durmiendo junto a sus esposas, también existen, sus ruidos entran junto con la luz por mi ventana.

El eterno perro, el eterno gato, las cucarachas, las moscas, los peces no, a esa hora están en otra parte, las heladeras y su ronronear, alguna tv encendida llenando de blancura lechosa una habitación de hotel o de matrimonio.

En alguna parte una adolescente está a punto de abrirse de piernas ante un tipo que la dobla en años. El humo de un cigarrillo se enfría en el pulmón de un hombre y una sustancia negra y brillosa se adhiere a sus paredes.

Todo sin rumbo, sentido, orden, todo cae de una manera tan compleja... que se artciulan unas cosas con otras y el efecto nos parece, por conocido, razonable...

Hay un lugar en el universo donde a las tres de la mañana de los miércoles las aventuras te explotan en la mano. Hay otro lugar donde al caer, las cosas (que no son más que una), asumen para quien las contemple con cuidado la forma de la calesita a la que íbamos de niños...

No hay comentarios.: