viernes, junio 04, 2004

Cazador cazado

¡Maldición! Mi presa se acaba de escapar nuevamente.

En Avenida de MAyo al 600, me dicen que ayer vendieron dos tomos (no recuerda cuales) de El idiota de la familia, de Sartre sobre Gustave Flaubert. A mí me falta el tercero. Ayer nomás, vendió dos tomos... hijo de puta...

Si alguien que lee esto lo tiene, estoy dispuesto a ofertar por él, lo cual incluye la entrega de mi cuerpo firme y suave. Si la poseedora del libro es una agraciada dama, mucho mejor, si es un rudo estibador o un rancio profesor de literatura, la entrega del billete se cancela. Por cierto, el asunto es contraentrega.

¿Qué pasa con estos libros que nos encuentran? ¿Es el azar el que hace que de la nada nos caiga, literalmetne, un libro dado en las manos, en un momento determinado de nuetsras vidas? Tengo la teoría de que no sólo los libros muerden, sino que además huelen a sus presas.

¿No era yo, al comienzo, el cazador en busca de su presa?

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