jueves, julio 17, 2003

Bien, ante el temor de una página en blanco, va como remedio una nota sobre los derechos humanos en Irak y Afganistán, escrita por quien escribe y Silvina Pascuzzo.




Derechos humanos en Medio Oriente
(Es la economía, estúpido)
De cómo la guerra contra el terrorismo y la defensa de los derechos humanos a veces sirven de formidable excusa para que las potencias impongan regímenes autoritarios, violen la dignidad del hombre y obtengan, entre la sangre, el humo y los gritos, fabulosos beneficios.




“Algunos gobiernos serán tímidos frente al terrorismo: que no se engañen, si no actúan, Estados Unidos lo hará... Hemos sido llamados a desempeñar un papel único en los eventos de la humanidad”
Presidente George W. Bush al Congreso.


Afganistán e Irak son tierras donde reina el caos y se atropellan de manera sistemática los derechos humanos. En ambos países, las fuerzas de ocupación estadounidenses que fueron dejadas después de las respectivas invasiones, no sólo no han cumplido sus promesas de orden y seguridad, sino que se han incurrido en abuso de fuerza y detenciones ilegales, cuando no han asistido pasivamente a los desmanes de la población civil y a los enfrentamientos que todavía se producen entre facciones armadas.

El análisis de este escenario exige pensar la situación de los derechos humanos en estos países como estados presentes de procesos históricos, en los que han sido determinantes las políticas exteriores de Inglaterra primero y de los Estados Unidos más tarde, para dominar el mercado petrolero mundial. Un poco de historia mediante, vemos que estas políticas se han cristalizado a menudo bajo la forma de protectorados, es decir, la parte de soberanía que un Estado ejerce en territorio no incorporado plenamente al de su nación, en el cual hay autoridades autóctonas propias. Veamos, entonces, que pasó desde que estas formas de dominio fueron impuestas en Irak y en Afganistán, y qué resultados lograron.



¿Protección contra quién?

“Los que niegan la libertad a los demás
no la merecen ellos mismos.” Abraham Lincoln.


Inglaterra le impone su protectorado a Irak en 1919, para instalar una monarquía que cuide sus fuertes intereses en la zona, la más rica del mundo en reservas de petróleo. Luego de décadas de violencia interna, en 1958 una revolución derrocará a este rey impuesto, y llevará adelante reformas que afectarán los intereses británicos (la principal de ellas en 1972, la nacionalización del petróleo). Sin embargo, en 1979, una nueva revolución, liderada por un joven Saddam Hussein, tomará el poder. Al año siguiente, y con el beneplácito de los EE.UU., Saddam invadirá Irán, comenzando así una guerra de ocho años. Pero hay armas de doble filo, y en 1990, por fin, la Tormenta del Desierto pondrá punto final a Saddam, cuando invada Kuwait. Vencido, Irak firmará un tratado que lo obliga a destruir su armamento y que le impone un estricto embargo sobre la venta de petróleo, hasta que las Naciones Unidas, o lo que es lo mismo, EE.UU., decidan lo contrario.

Afganistán se convierte en un protectorado inglés por la fuerza en 1880. Lo que ha hecho de este país un botín preciado es su estratégica ubicación, a lo largo de una ruta de oleoducto desde los campos petrolíferos del mar Caspio al Océano Indico. De este protectorado Afganistán recién podrá librarse en 1919, con la ayuda de la Rusia soviética. Sin embargo, 39 años de protectorado no son gratuitos, y Afganistán se ve inmerso en un mar de luchas intestinas. Que serán aprovechadas por un nuevo actor, EE.UU. quien, fortalecido después de la Segunda Guerra, alentará en 1978 a los muyahidines afganos a revivir la guerra santa o yihad. Apenas un año más tarde, intervendrá la URSS para combatir a las tropas pro estadounidenses. Es la época de la Guerra Fría, y en 1989, cuando los soviéticos la pierdan, retirarán sus tropas de Afganistán. Será el comienzo del fin para el gobierno de Kabul, que claudicará ante los islamistas. El 27 de septiembre de 1996 una facción islamista, los talibanes, tomará el poder.

Septiembre de 2001: caen las Twin Towers: veloz, Bush le declara la guerra al terrorismo: en 2002 invade Afganistán en busca de Osama Bin Laden, no lo encuentra, deja un ejército de ocupación; en 2003 bombardea e invade Irak, echa a Saddam, deja también sus tropas.


“Queremos el mundo y lo queremos ahora”
Según el Departamento norteamericano de Energía, para 2025 las importaciones de petróleo del país serán del 70% de su demanda total. El grueso de estas extracciones vendrán del Golfo Pérsico, donde las compañías norteamericanas accederán a 112 mil millones de barriles de petróleo, con una producción de 2.500.000 barriles diarios. Quienes hoy ocupan el gobierno de los EE.UU. provienen de los sectores más conservadores del Partido Republicano. El presidente George W. Bush, su padre, George Bush y el vicepresidente Cheney de los Estados Unidos fueron ejecutivos de compañías petroleras y tienen fuertes intereses creados en esta industria.


El estado de situación

"Los hechos no dejan de existir aunque se los ignore." Aldoux Huxley

Según la ley humanitaria internacional, EE.UU., como potencia ocupante en Irak y en Afganistán, debe garantizar el orden público y la seguridad. Sin embargo, Human Rights Watch señala que las tropas estadounidenses de ocupación no están preparadas para cumplir estas tareas. Merced al vacío político, en Basora el 7 de abril de 2003, en Bagdad el 9 de abril y en Kirkuk al día siguiente, una multitud tomó las calles, saqueó comercios y destruyó edificios del gobierno, escuelas, universidades y hospitales. En la mayoría de los casos, las fuerzas de ocupación se mantuvieron al margen. Pero no son espectadores pasivos: durante 2002 asaltaron pueblos y detuvieron civiles sin levantarles cargos. Algunos detenidos fueron llevados a la base de EE.UU. en Guantánamo, Cuba, donde permanecen recluidos en un limbo jurídico: no son prisioneros de guerra ni delincuentes comunes.

En Irak continúan la pena de muerte, las expulsiones de habitantes no árabes, las violaciones contra mujeres y la violencia étnica y religiosa.

En Afganistán la cosa no va mejor: tras la huída de los talibanes, el gobierno todavía no logró controlar fuera de Kabul los desórdenes, los combates entre facciones, ni los abusos contra los derechos humanos. Las infraestructuras e instituciones y la sociedad civil entera están devastadas. También aquí se aplica la pena de muerte, sin garantías procesales para los acusados, y las mujeres son víctimas de violaciones, secuestros, matrimonios forzados y hostigamiento público. A la violencia por motivos étnicos se le suma el regreso forzado de 2 millones de refugiados a un país que carece de recursos de todo tipo para asimilarlos.

Tanto en Irak como en Afganistán, la impunidad bloquea el juicio y castigo a los autores de violaciones de derechos humanos.


La brújula gira, gira
Según un estudio reciente de la Universidad de Maryland, una mayoría abrumadora del mundo árabe desea que los líderes religiosos tengan un papel más importante en sus gobiernos y casi un 95 por ciento cree que el único interés norteamericano por la región son sus reservas de petróleo, el fortalecimiento de Israel y la posibilidad de humillar a los árabes. Predecir el rumbo que tomarán estos sentimientos es difícil.

“Los movimientos populares en el mundo árabe son tan caóticos que resulta difícil predecirlos; lo que sí conocemos es el tremendo odio, el antagonismo y el miedo a los Estados Unidos —dice Noam Chomski, uno de los principales intelectuales norteamericanos, conocido crítico hacia las políticas gubernamentales de su país—. De existir alguna voz popular en la región, podría ser expresada por una corriente islamista más enérgica que la que actualmente gobierna muchos países”.

“Toda alternativa de apertura democrática en esas condiciones tropezaría con la oposición de la Casa Blanca. Cabe esperar que Washington continúe apoyando regímenes opresivos, tal como lo hizo en América latina, a menos que los nuevos gobiernos le garanticen ajustarse a sus prioridades.”

En septiembre de 2002 el gobierno estadounidense anunció su nueva estrategia de seguridad nacional. Al respecto, Chomski es demoledor: “Es una medida sin precedentes, en tanto formulación oficial de política de Estado. Lo que allí se anuncia es que Estados Unidos destruirá el sistema de derecho internacional y que llevará a cabo guerras en cualquier momento y lugar que nos parezca oportuno y que gobernaremos al mundo por la fuerza. Además, somos tan abrumadoramente superiores en materia militar que simplemente aniquilaríamos cualquier desafío potencial a nuestra primacía. Cosas como estas no habían sido jamás formuladas como la política oficial de los Estados Unidos. Sospecho que tendríamos que remontarnos hasta Hitler para encontrar una analogía.”



“La guerra es una masacre entre gente que no se conoce, en provecho de gente que se conoce pero que no se masacra.” Paul Valèry.




Los derechos humanos como excusa
Entrevista con Víctor Ego Ducrot, periodista, escritor y docente universitario especializado en política internacional.

¿Los Estados Unidos pueden defender los derechos del pueblo afgano?
La acción política de EEUU no tiene absolutamente nada que ver con esto. En nombre de la universalidad de los derechos humanos, los regímenes autoritarios, mediante la dominación imperial, pueden desplegar operaciones político-militares que nada tienen que ver con los derechos humanos. Tal es el caso de Afganistán.

¿El derecho internacional ampara estas invasiones militares?
Es una cuestión teórica, que divide las opiniones. Yo creo que recurriendo al contexto histórico, podemos evaluar los efectos reales de estas “intervenciones humanitarias” a lo largo de la historia. Siempre, en todos los casos que analicemos, veremos que el determinante último de la intervención extranjera fueron intereses económicos.

¿Qué papel le corresponde a la ONU en todo esto?
Debe volver a sus propios estatutos, en los cuales la autoridad soberana es la Asamblea General, y no, como hoy lo es, el Consejo de Seguridad, que es el organismo más antidemocrático, en el cual EEUU; Rusia, Francia, Gran Bretaña y China tienen derecho a veto.

¿Cuál es la salida?
Es muy difícil, en términos jurídicos institucionales en la ONU sino se configura un escenario de fuerzas políticas y sociales diferentes en el planeta.

No hay comentarios.: