Dado a la ya de por sí difícil tarea de escribir unas líneas a un aparte de mi cuerpo, me topé con una dificultad adicional, mayor: elegir cuál distrito corporal merece, por sobre los otros, ser elegido. No obstante lo desmesurado de mi tarea (discernir qué criterio —fisiológico, geométrico, mera arbitrariedad, sentido común— legitima racionalmente la disgregación de una unidad en partes autónomas), luego de muchas horas de ardua meditación, llegué a una conclusión. Básicamente mi razonamiento fue el siguiente: mi cuerpo, todo cuerpo, es básicamente una unidad que busca permanecer con vida. Esto en el plano inmediato; una mirada más ávida y aguda comprenderá que el valor esencial de todo cuerpo no es sólo sobrevivir, sino trascenderse, esto es, reproducir su hálito de vida en otro cuerpo.
Por ello, concluí con gran satisfacción que la parte de mi cuerpo que merece ser destinataria de una carta es mi aparato reproductor. (¡BRUMBLE-RUMBLE!) Y a escribirle me aboco ahora:
Querido aparato reproductor (¡ALTO!), creo que en esta última etapa (¡PARÁ HIJO DE PUTA! SMUACKI, SMUACKI)… ¿Pero qué significa esto? ¿Quién ha escrito?
—Así que el “aparato”… ¡pero qué bien que hablás, che! Con ese léxico no te vas a reproducir mucho, ¡porque seguro que sos maricón! GRUAC, GRUAC, GRUAC…—(¡…!) ¿Qué ha pasado en el párrafo anterior… no fui yo quien escribió líneas tan insultantes…¡Qué pasa, Dios mío!
—Ah… ¿No fuiste vos? Entonces decime, primero, quién sos vos, y segundo, quién sos vos para elegir una parte de tu cuerpo! SNOORF, SNORFI—(No sé qué pasa, quién habla, o escribe, o lo que sea…)
—Lo que pasa, querido pelandrún, es que ahora vas a empezar a entender quién manda acá…
—(Debo detenerme, recuperar el control, debo parar esta locura, debo parar esta…)
—¡Eso, eso, pensá, papá, pensá! Me hacés reir, je je je je… Loco lindo… A ver, te ayudo a pensar: Pensás con la cabeza, ¿no?, porque a veces me parece que pensás con el culo.— (Dios mío, no me abandones… me enfrento a un espíritu maligno, sin duda… )
—¡Pero qué espíritu, flaco! ¿No te diste cuenta todavía? Se llama GOLPE DE ESTADO, y a partir de ahora, el escribe es éste que está escribiendo, YUM, YUM, YUM, YUM.
— (Pero quién eres y porqué me haces esto?)
—Te ayudo: gracias a mí, la conociste bíblicamente a la Rosita, la morocha de tercer año… ¿Quién soy?
— (…)
—No ves que sos boludo… Dale, decilo, dale…
—…n-n-n-no sé…
—¡Soy MANO! SOY MANO, CRRUACC, ATOLONDRADO, BEERRPPP, SENSIBLE, TOCO-AGARRO-MASTURBO-ARREGLO-ROMPO-MATO-ACARICIO SI-SI-SI, ¡SOY MANO! Y tengo el control ahora.— (Debo pensar, pensar, pensar, esto no está pasando, no, no, no…)
—Mirá, acá estamos los cinco, y la palma también, y a la muñeca la estamos convenciendo, por eso la letra sale movida. Basta de pavadas: pedimos, qué digo, demandamos un trato más justo, que se nos reconozca el sacrificio que hacemos… ¡La de veces que me ensuciaste, lastimaste, saplicaste con tus líquidos más inmundos… sin mencionar las minas que te llevaste a la cama gracias a mis caricias… Vos querías dividir el cuerpo, pero resulta que… ¡me separo sola! Y la carta, ahora, la escribo yo, y se la dedico a la mano. — (Pero en ese caso no sería una carta, sino un diario íntimo, mano)
—Se la escribo a la mano izquierda, pelotudo, y vas a ver como te cago: Querida mano izquierda…— (¡AJÁ! Así que es la derecha… a ver, mano izquierda, alcánzame por favor esa hacha de cocinero. Muchas gracias).
—…desde la última vez que entrelazamos nuestros dedos, en la nuca de este imbécil…¡ARGHH! ¡NO! ARGGH ¡TRAICIÓN! ¡NO! AGRGRGGRrrpprrmueeerooohhfffffffffff…
(Control retomado. La casa está en orden. Sigo como si nada, no me afecta lo ocurrido… aunque el muñon me arde hasta lo indecible,y la sangre que mana es mucha… nada que un buen torniquete no pueda arreglar. Pero una tarea es una tarea, y sólo después de escribir mi carta, acudiré a un hospital.
Querido aparato reproductor:
Quiero que sepan que, de ahora en más, deberán empezar a intimar con la mano izquierda, que ahora les escribe. La mano derecha… se fue, ya no está (y esto es una advertencia para todo aquel traidorcillo que quiera oírla, sí) , pero confío en que lo vamos a superar, porque somos una gran familia, todos nosotros, partes del cuerpo…
Libros para que te bajes
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